viernes, 6 de marzo de 2015

Las chicas de rojo se suman otra victoria

Viaje a la eternidad

España disputará por primera vez en su historia la final del Mundial tras derrotar a la anfitriona Turquía (66-56) con una exhibición de talento y carácter

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Madrid 4 OCT 2014 - 20:42 CEST47

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Torrens entra a canasta ante Yilmaz. / OZAN KOSE (AFP)


España completó ante Turquía su viaje a la eternidad. En territorio hostil, a contracorriente y a contra natura, las campeonas de Europa derrotaron a las anfitrionas con otra exhibición de talento y carácter, y jugarán este domingo la final del Mundial por primera vez en su historia (20.15, La1). El año pasado en Orchies silenciaron La Marsellesa para lograr el oro continental y anoche apagaron la caldera del Fenerbahçe Arena para ganarse el sueño de alcanzar una cima planetaria. Alba Torrens, con 28 puntos, seis rebotes y tres asistencias; y Sancho Lyttle, con 18 puntos y 12 rebotes, lideraron en esta ocasión una rebelión colectiva que, desde la prudencia y la abnegación, ha encumbrado a un equipo conmovedor.
A estas alturas, España no se arruga en territorio comanche. Con ocho emigrantes en sus filas, además del seleccionador, las jugadoras presumen de personalidad y recursos para no ceder un palmo de terreno en la pelea. Lo demostraron precisamente dos jugadoras del Galatasaray turco el curso pasado: Alba Torrens y Sancho Lyttle, artífices de un triunfo legendario. El partido comenzó con un 0-5 a favor de Turquía, pero acto seguido las de Mondelo respondieron con un 9-0 que las otorgó la iniciativa y selló su pasaporte de madurez. El primer cuarto concluyó con un 19-20 que anunció el equilibrio de fuerzas y abrió las puertas del laberinto.
Era un duelo claustrofóbico, táctico y áspero. Estaba en juego la final del Mundial y la responsabilidad espesó los ataques y endureció las defensas. Turquía cerraba con fiereza el rebote y atajaba sin remilgos el contraataque rival. España atosigaba en la presión y afinaba desde el perímetro con una metódica selección de tiro. Comenzó entonces el baile en la pintura, que cargó de faltas a las escuderas –dos para Yilmaz y otras tantas para Nicholls- y encumbró a los dos pilares de cada equipo. Lara Sanders y Sancho Lyttle comenzaron a abrillantar su hoja de servicios acaparando los argumentos ofensivos y las flechas de ambas pizarras. Pero costaba un mundo abrirse paso en la espesura e iluminar el aro.

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